14 de noviembre de 2012

El Imperio contra ataca y ahora con el Halloween



Año tras año, desde que tengo memoria, cada 31 de octubre, nuestro país, Andino por naturaleza, transmuta su esencia para adoptar una de las festividades más vanas y comerciales conocidas por la era moderna, el Halloween.

Esta celebración –en su traducción al español- significa “Víspera de todos los Santos” y se caracterizó por representar el folklor de la antigua civilización celta. No obstante, al migrar desde Europa a Norteamérica fue trastocada por el capital y por la industria, perdió su sentido y las costumbres, ritos y mitos originales fueron olvidados. 

Gracias a investigaciones culturales y sociológicas se han podido rescatar los orígenes del Halloween; es así que podemos conocer que esta celebración giró en torno a la finalización del año céltico, que coincidía con esta fecha (31 de octubre) y con el culto de adoración a “Samagin” el dios de la muerte. En este marco temporal se producía un cambio de estación, pues empezaba el otoño cuya característica principal es la caída de las hojas, lo que significó en la cultura celta la muerte y el inicio de una nueva vida.  

Debido a este cambio de estación, los antiguos celtas creían que la línea que une el mundo de los vivos con el mundo espiritual desaparecía, permitiendo que los espíritus (buenos y malos) pasen a nuestro mundo. Es así que las almas de los ancestros y familiares eran homenajeados con una invitación a cenar; mientras que los espíritus malévolos eran alejados con el uso de trajes y máscaras, ya que se creía que ahuyentaban a los espíritus malignos.

En definitiva, los celtas creían en la inmortalidad del alma pues tenía el poder visitar el mundo de los vivos y, en ocasiones, introducirse en otro individuo al abandonar el cuerpo que acababa de fallecer, es decir, afirmaban la existencia de la reencarnación.

En América Latina, y especialmente en Ecuador, los historiadores han definido que los primeros pueblos indígenas ya celebraban el culto a los muertos, este era entendido como un homenaje a lo que ellos hicieron en vida y el legado que dejaron. Por lo tanto, la cosmovisión indígena concibe al alma como algo inmortal,  no muere sino que pasan a otra vida donde el diálogo con los vivos es posible. Es así que la ritualidad celta guarda similitud con la indígena, pues ambas creían que para hablar con el alma se debía honrarla con comida, en el caso andino con la bebida conocida como champús y con el pan amasado en casa.

Es evidente que ambas culturas concebían esta fecha como un tiempo para glorificar a la muerte y, de una u otra manera, honrar a la vida; lo que significa que su ritualidad y su celebración tenían un valor intrínseco cultural. En cambio, en la actualidad este festejo se ve trastocado por la visión capitalista e industrial del Imperio. No cabe duda que la verdadera función del Tío Sam -su único propósito- es impartir y adoctrinar al mundo a través de su ideología, vacía y consumista. 

La cultura de consumo impartida por el país del norte aprovecha estas oportunidades para trastocar el simbolismo y hacer negocio. Dos de los principales actores de este fenómeno son la televisión y Hollywood. Ambos, han contribuido con la difusión del Halloween, pues sus programas y sus producciones fílmicas contienen violencia gráfica y asesinatos que crean en el espectador (niños y adultos) miedo y un estado morboso y erróneo de la realidad.

Otra manera en que Halloween se convierte en una gran industria es por su producción de máscaras, disfraces, maquillaje, dulces y demás artículos necesarios para cumplir con este festejo. Estos elementos son suficientes para que muchos empresarios fomenten el "consumo del miedo". Además, buscan propiciar y favorecer la imitación de las costumbres norteamericanas, ya que las convierten en un modelo de vida que todos quieren seguir.

Es pertinente decir que el Halloween ha pervertido a nuestra juventud, ya que todos nuestros adolescentes creen que esta fiesta está dedicada a disfrazarse e ir a alcoholizarse en un bar. No obstante, más alarmantes son los comportamientos de las jóvenes, pues se visten o desvisten con un sin número de disfraces que están seguidos por el adjetivo “sexy”. Así es como aparte de rechazar nuestras raíces y adoptar costumbres impropias, esta fiesta ratifica el machismo, pues las mujeres se convierten –a ellas mismas- en un mero objeto que busca exponerse en estas fiestas.

En definitiva el Halloween es una celebración importada que con el pasar del tiempo ha perdido su sentido, se ha desvalorizado y ha vendido su significación cultural al modelo capitalista de Estados Unidos; tanto así que podría decirse que forma parte de la industria cultural, donde se produce para una sociedad masificada. Es trascendental que como ecuatorianos nos demos cuenta de este fenómeno, lo analicemos y rechacemos. Es pertinente que la juventud recupere nuestras costumbres y se apropie de nuestra identidad. El primer paso para lograr este cometido es promocionar y empezar a celebrar nuestra fiesta del 31 de octubre, el Día del Escudo Nacional, símbolo patrio que representa la grandeza de nuestro país.

No hay comentarios:

Publicar un comentario