7 de diciembre de 2012

Libros, libros, libros...



Generalmente, estos textos suelen empezar de manera ambigua y pueden desconcertar al lector pues –de primera- no se encontrará una relación directa con el título (ustedes saben hay que captar la atención). De todas maneras, no deben impacientarse ya que mientras continúen navegando por el texto encontrarán el escollo que pone evidencia está relación.

Algo que he podido aprender al transcurso de los años, que no son muchos, recién veintiuno, es que los libros llegan a ser nuestros amigos verdaderos. Situación que, usualmente, es evidente cuando no tenemos distracciones, por ejemplo: vivir en una ciudad pequeña (sin mucho que hacer); tener una programación televisiva deficiente y, peor aún, si tú círculo social cree que la vida –la diversión- empieza y termina en un bar o en una discoteca.

No obstante, mi relación con los libros (no es por presumir) ha sido un tanto peculiar… ¿Por qué afirmó esto? pues porque he sentido que un libro llega a mis manos en el momento indicado y, además, siempre llega de las manos de un extraño como un obsequio o un préstamo. Es así que puedo decir que los libros que han marcado mi vida no los he comprado yo.

Entre los títulos que recuerdo están: Demian de Herman Hesse; El juego del ángel de Carlos Ruíz Zafón; Tao historias y enseñanzas de OSHO, y El filósofo y el lobo de Mark Rowlands. Cada uno de ellos, ha sido importante, pues llegaron a mis manos en una edad específica y, lo más curioso, fueron cómo esa luz que te permite enfrentar uno de esos “dilemas juveniles existenciales”, centrados en la búsqueda de identidad y consolidación del yo.

Con esto de la “cantaleta” de la luz no quiero decir (y especifico para que los literatos no acaben mi post) que los libros son una especie de mecanismo de auto-ayuda o peor aún que buscan darte un mensaje para que orientes tu vida de tal o cual manera ¡Nada de eso! Lo que quise decir es que los libros son como una ventana a nuevas formas de entender la vida, de ver a la sociedad, la realidad y, por supuesto, el yo. En definitiva, los libros son realidades paralelas de las cuales puedes aprender un nuevo cosmos.

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